El libro ha constituido desde siempre una compañía inseparable para todo tipo de c ontexto en que actuemos, sea o no de nuestro agrado, para elaborar trabajos, ensayos y cualquier tipo de actividad que requiera un esfuerzo mental. Con la invención tecnológica nos encontramos con el fenómeno del "libro en pantalla", lo cual ha limitado la adquisición de los textos en papel impreso e impuesto el facilismo virtual en los jóvenes y fanáticos de los medio interactivos. Aquí aparece un dilema: el amor virtual y el amor físico. En el virtual gozamos de inmediatez y seguridad en cuanto a la forma en que nos ofrecen el contenido, además nos limitamos a imaginar el vivir por el libro, y en el físico (de mayor intimidad) nos remite a un contacto cercano, a palpar, a tocar, a sentir y a entablar el cálido diálogo lector- obra; ambas cuestiones difieren pues el "alma" del libro, que es más que un conjunto de estructuras verbales, según Borges, sólo se percibe con la profundidad de su estudio. Las publicaciones electrónicas tienen un contra justificado: estos textos son segmentados, fragmentados y es compleja la contextualización de los mismos en la obra totalizada. En cambio, en mi concepto, los libros deben dejar de ser simple papel empolvado a volver a renacer con instrumento de aprendizaje, pues la información pocas veces es mutable.
ontexto en que actuemos, sea o no de nuestro agrado, para elaborar trabajos, ensayos y cualquier tipo de actividad que requiera un esfuerzo mental. Con la invención tecnológica nos encontramos con el fenómeno del "libro en pantalla", lo cual ha limitado la adquisición de los textos en papel impreso e impuesto el facilismo virtual en los jóvenes y fanáticos de los medio interactivos. Aquí aparece un dilema: el amor virtual y el amor físico. En el virtual gozamos de inmediatez y seguridad en cuanto a la forma en que nos ofrecen el contenido, además nos limitamos a imaginar el vivir por el libro, y en el físico (de mayor intimidad) nos remite a un contacto cercano, a palpar, a tocar, a sentir y a entablar el cálido diálogo lector- obra; ambas cuestiones difieren pues el "alma" del libro, que es más que un conjunto de estructuras verbales, según Borges, sólo se percibe con la profundidad de su estudio. Las publicaciones electrónicas tienen un contra justificado: estos textos son segmentados, fragmentados y es compleja la contextualización de los mismos en la obra totalizada. En cambio, en mi concepto, los libros deben dejar de ser simple papel empolvado a volver a renacer con instrumento de aprendizaje, pues la información pocas veces es mutable. 
 ontexto en que actuemos, sea o no de nuestro agrado, para elaborar trabajos, ensayos y cualquier tipo de actividad que requiera un esfuerzo mental. Con la invención tecnológica nos encontramos con el fenómeno del "libro en pantalla", lo cual ha limitado la adquisición de los textos en papel impreso e impuesto el facilismo virtual en los jóvenes y fanáticos de los medio interactivos. Aquí aparece un dilema: el amor virtual y el amor físico. En el virtual gozamos de inmediatez y seguridad en cuanto a la forma en que nos ofrecen el contenido, además nos limitamos a imaginar el vivir por el libro, y en el físico (de mayor intimidad) nos remite a un contacto cercano, a palpar, a tocar, a sentir y a entablar el cálido diálogo lector- obra; ambas cuestiones difieren pues el "alma" del libro, que es más que un conjunto de estructuras verbales, según Borges, sólo se percibe con la profundidad de su estudio. Las publicaciones electrónicas tienen un contra justificado: estos textos son segmentados, fragmentados y es compleja la contextualización de los mismos en la obra totalizada. En cambio, en mi concepto, los libros deben dejar de ser simple papel empolvado a volver a renacer con instrumento de aprendizaje, pues la información pocas veces es mutable.
ontexto en que actuemos, sea o no de nuestro agrado, para elaborar trabajos, ensayos y cualquier tipo de actividad que requiera un esfuerzo mental. Con la invención tecnológica nos encontramos con el fenómeno del "libro en pantalla", lo cual ha limitado la adquisición de los textos en papel impreso e impuesto el facilismo virtual en los jóvenes y fanáticos de los medio interactivos. Aquí aparece un dilema: el amor virtual y el amor físico. En el virtual gozamos de inmediatez y seguridad en cuanto a la forma en que nos ofrecen el contenido, además nos limitamos a imaginar el vivir por el libro, y en el físico (de mayor intimidad) nos remite a un contacto cercano, a palpar, a tocar, a sentir y a entablar el cálido diálogo lector- obra; ambas cuestiones difieren pues el "alma" del libro, que es más que un conjunto de estructuras verbales, según Borges, sólo se percibe con la profundidad de su estudio. Las publicaciones electrónicas tienen un contra justificado: estos textos son segmentados, fragmentados y es compleja la contextualización de los mismos en la obra totalizada. En cambio, en mi concepto, los libros deben dejar de ser simple papel empolvado a volver a renacer con instrumento de aprendizaje, pues la información pocas veces es mutable.  Por otra parte, hay que tener en cuenta que los individuos contemporáneos ya no leen (sin generalizar, claro), privándosen así de la gran sensación de remirtirnos a espacios y dimensiones que sólo la lectura nos brinda. Para esto hay que resaltar el rol de las instituciones educativas, como lo señala Roger Chartier, que pueden retomar y fomentar el vínculo de lector-texto, que nos permite soñar, idealizar, pensar y reflexionar. Si esto no se logra se llega al olvido, que también constituye una forma de muerte; esto depende de la concientización que cause en cada ser humano esta consideración.
 Por otra parte, hay que tener en cuenta que los individuos contemporáneos ya no leen (sin generalizar, claro), privándosen así de la gran sensación de remirtirnos a espacios y dimensiones que sólo la lectura nos brinda. Para esto hay que resaltar el rol de las instituciones educativas, como lo señala Roger Chartier, que pueden retomar y fomentar el vínculo de lector-texto, que nos permite soñar, idealizar, pensar y reflexionar. Si esto no se logra se llega al olvido, que también constituye una forma de muerte; esto depende de la concientización que cause en cada ser humano esta consideración.Tal vez la cuestión de comprar libros en el mercado no es muy agradable para el "bolsillo de algunos", pues en esto ven una inversón ridícula: leer el libro una vez y dejarlo en el rincón del mueble viejo de la casa. Tristemente así es la vida de una ilustre "impecable" obra.

No niego que la invención cibernética es de gran ayuda para nuestras consultas y realización de trabajos pero hay que aprender el uso adecuado y no mediocre de la Web. Mediante esta aprendemos a corregir errores de escritura, a recopilar datos bibliográficos, pero ¿ en dónde quedan las salidas a los centros de conocimiento: bibliotecas? ¿ será que la pacificidad, el silencio, la tranquilidad y el aroma a cultura, a neta y pura cultura, ya no apasiona al hombre como antes?. Cada quien sabrá como aprovechar los medios para adquirir el saber cauntificado, sea de una manera unificada o individual. La muerte del libro para mi no existe, pues si muere el libro que será de nuestro intelecto?
 Publicado por July Bolívar.
 Publicado por July Bolívar.Imágenes tomadas de Google.
 


Muy buen texto, en el cual hace referencia clara de la actualidad en la cual toda la sociedad se halla emergida gracias a los avances que el hombre a hecho para su "Bienestar". Pero comparto la idea que posee july, que pasara si la actualidad y las futuras generaciones apliquen mas el libro en pantalla, que el verdadero libro con hojas y pasta dura?
ResponderEliminarEsta es una pregunta que considero toda la sociedad se deberia hacer y obviamente hacer algo para salvarla.
Muy agradable el texto y las imagenes acordes con el tema... Felicitaciones :)